Y ONCE por JUAN MARI MONTES
No deja la final de la Champion ni imagen plástica ni
épica para la posteridad. No llegó ningún gol de volea por la escuadra como
aquel inolvidable de Zidane. Ni cabezazo imposible de Sergio Ramos en el tiempo
de descuento. Ni siquiera una astuta ratonería de Mijatovic apareciendo de
improviso donde no se le esperaba. Pero el Madrid tiene ya la undécima copa de
Europa, la reina de todas las competiciones, esta vez ganada, como la décima,
al Atlético Madrid, un equipo simpático para todos (incluida buena parte de la
afición del Real Madrid), que llegó más lejos que ninguno cultivando méritos
tan apreciables como ley del esfuerzo, la intensidad y el trabajo en equipo.
Y lo cierto es que el Atlético Madrid lo tuvo más
cerca que nunca y no al comienzo de la final, cuando supuestamente las fuerzas
y las apuestas estaban igualadas, sino
cuando en un momento determinado de la prórroga el equipo de Cholo Simeone, se
cegó especulando sin querer o poder ver, que en realidad, estaban jugando contra
un Real Madrid en el que (con Cristiano, Bale, Modric y Marcelo intentando
disimular sus respectivas cojeras) sólo jugaban siete con camiseta blanca, que
a duras penas trataban de multiplicarse como podían y que incluso llegaron a
asediar bastante más la portería contraria que los rojiblancos, que apenas si
inquietaron más la portería de Keylor Navas.
El cara o cruz de los penaltis se decantó a favor
del Real Madrid con ese gol último de Cristiano, que irónicamente estuvo casi desaparecido
durante todo el partido, muy lejos del nivel que debe exigírsele al máximo
goleador de la competición. Así es el fútbol y sus circunstancias que también escriben
el nombre de un entrenador, el de Zidane, con letras tan grandes en la historia
del club como las que se referían a él como uno de los jugadores más destacados
de toda la historia. Un entrenador que fue vilipendiado y cuestionado desde su
llegada (revisen los artículos con los que lo recibieron analistas tan
supuestamente agudos como Santiago Segurola y compañía) y que desde
entonces no ha dejado de sonreír y hacer sonreír al madridismo. Intuyo que será
por mucho tiempo.
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