lunes, 5 de septiembre de 2011

LOS ABETOS



Ha salido la semana pasada en prensa local -concretamente en La Gaceta el pasado día 20 de Julio-, retratada la calle Los Abetos, que es justamente la calle que tengo frente a mi ventana cada día cuando me siento a escribir. Esta calle por tanto es mi paisaje, mi poster hiperrealista cotidiano, el lugar por el que pasean mis ojos en busca de esas hermosas musas de poderosas caderas, siempre tan esquivas. Pero no crean que me he sentido dichoso al ver que le dedicaban artículo y foto. Y no sólo porque el redactor resaltara mucho más sus defectos que sus virtudes y porque sólo entrevistase a los comerciantes de la misma, con un discurso tan injustamente negativo.

Llamar la atención sobre el lamentable estado de esta entrañable calle es una putada. Justo ahora unos cuantos vecinos estábamos organizando una movida para sacar unos cuartos, mediante la promoción de la visita a la única calle que queda sin asfaltar en toda Salamanca, o mejor dicho, en toda la Comunidad Castellanoleonesa. Es más, probablemente no haya otra en toda España con su tradicionalista solera. “Vengan ustedes a pasear por la única calle en el mundo que ha sabido conservar su vieja esencia prehistórica y salvaje, prueben a driblar sus profundos socavones. Traguen en verano la pureza del genuino polvo que se levanta tras el paso de cualquier coche y arrójense en brazos de las emociones más intensas nadando en sus charcos en invierno”. Estas eran algunas de las frases que los vecinos barajábamos para resaltar en los folletos los encantos de esta rúa cuyo suelo, todos los vecinos hemos besado alguna vez por ir con la vista distraída del simpático e irregular terruño.

La prensa nos acaba de chafar el negocio. No me extrañaría nada que cualquier día el Ayuntamiento ordenase la incorporación de esta medieval calle al presente siglo. He visto en una fotografía a Mañueco sentado en un banco mostrando a los salmantinos como incorporan el wifi gratuito en la Plaza Anaya. Rezo por no verlo cualquier día desde mi ventana sentado en la raquítica acera de Los Abetos tecleando en su portátil.

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