lunes, 5 de septiembre de 2011

EL VECINO




Aquel vecino además de comprar cada día toda la prensa local, elegía diligentemente un ejemplar distinto entre las pilas de periódicos nacionales. Los lunes, El País; los martes, El Mundo; los miércoles, Público; los jueves, El Abc; y los viernes se decantaba por La Vanguardia, mientras que el fin de semana se relajaba con los deportivos: As y Marca (sábados) y Mundo Deportivo y el Sport (domingos).

Es por eso, que aunque bastante bien informado, al no tener mucha personalidad y chutarse tanta doctrina antagónica y contradictoria, no conseguía hacerse una opinión firme y categórica sobre los asuntos de la actualidad. Los lunes estaba a favor del Gobierno, los martes ejercía de oposición, los miércoles era un indignado jurando en arameo contra el poder de los mercados, los jueves se acostaba completamente católico y monárquico, mientras que los viernes se convertía en un recalcitrante republicano, además de blasfemar como un loco ante cualquier contratiempo. Si te lo encontrabas un sábado es bastante probable que te cantara el himno del Madrid pero si te lo cruzabas al día siguiente te caía irremediablemente un tostón anti Mou, el tipo que en su opinión dominguera estaba acabando con al fútbol en general y al español en particular.

Uno no sabía muy bien a qué carta quedarse con mi vecino, pero a mí particularmente siempre me pareció simpático. Por eso yo en el ascensor, si surgía la conversación, intentaba no salirme del parte meteorológico, acaso con alguna banal incursión en la prensa del corazón o a la deplorable programación televisiva. Y si uno no sabía muy bien si era martes o miércoles, bastaba con no arriesgarse emitiendo alguna opinión que corroborase alguna pretérita suya, para que no le cayese a destiempo el malhumurado discurso que contradijese lo que te había gritado la semana pasada. Lamentablemente, hoy comentaban en la escalera que, sin embargo, su mujer no ha podido soportarlo y ha iniciado los trámites de separación al no saber muy bien con qué clase de persona estaba realmente casado. También la comprendo a ella. Tiene que ser complicado no saber si te acuestas con Rajoy o con Rubalcaba.

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