lunes, 5 de septiembre de 2011

LAS MEDUSAS



Cuando la medusa percibió que aquello que rodeaban sus largos y delgados tentáculos de tonos violeta y que estaba succionando con avidez no era el cotidiano pescado del desayuno sino el testículo derecho del director de la entidad bancaria que nos había negado reiteradamente crédito, ya era demasiado tarde. Como consecuencia, el banquero, emergió abrupta y aceleradamente del mar en busca del puesto de socorro cubriéndose con ambas manos sus partes íntimas, regalándonos increíbles saltos dignos del más profesional de los bailarines mientras profería los más estridentes alaridos que contrastaban profundamente con la calma matutina de aquella elegantísima y exclusiva playa para naturistas. La sorprendida clientela de aquel lujoso hotel, desde la orilla, levantaba su torso de la toalla observando primero con sorpresa y luego con estupefacción la atípica escena.

Lamentablemente cuando el director llegó al puesto de socorro, el servicio estaba ocupado en calmar otros escozores íntimos. Dos minutos antes, otra medusa, había atacado a una conocida dirigente imputada en varias causas de corrupción, en el pecho izquierdo. El banquero, aún tratándose de un tipo importante, en este caso debería esperar turno, no sólo por orden de llegada a enfermería sino por jerarquía. La medusa se había enseñado con la política pues aún cuando el primer ataque no parecía revestir importancia, la nefasta cura lo había complicado. Uno de los escoltas en lugar de haber utilizado agua salada para la desinfección como ordenan los cánones en ataques marinos, se había precipitado vaciando sobre el escote de la paciente un botellín de agua dulce y esto había provocado la rotura de las células urticantes con lo cual la dirigente había vuelto a sufrir una nueva picadura y ésta era bastante más dolorosa que la anterior y persistía, aún cuando ya se le había administrado el correspondiente antihistamínico para la reacción y un analgésico.

En ese preciso momento desperté del sueño del verano en que la crisis nos había dejado sin vacaciones en la playa pero las medusas se estaban mostrando especialmente amables, atraídas con saña por las pieles altamente contaminadas por las grandes corrientes financieras de especuladores y nefastos políticos.

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