lunes, 5 de septiembre de 2011

LA FELICIDAD



Hace un año nuestra selección se proclamó campeona del mundo y nos embargó a todos en un estado de profunda felicidad que nos ayudó a olvidar los nubarrones de cualquier crisis. Lamentablemente a estas alturas, aquella inmensa felicidad sobrevenida, sin que en realidad el suceso supusiera alguna mejoría esencial de nuestras vidas, está completamente caducada. Recordar la efeméride, si somos sinceros, ya no nos altera la sangre. Acaso nos regala ese poso de melancolía que sobreviene ante el recuerdo ido de los hechos más gozosos de nuestra vida. Lo más duro es que hasta dentro de tres años por lo menos no podremos volver a sentir algo parecido y eso sólo en el mejor de los casos: Si nuestra selección consigue revalidar el título.

Es por eso que necesitábamos urgentemente algo para recuperar aquella felicidad que tan plenamente nos hizo tocar el cielo con los dedos. No sé si el Juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz tenía esto en mente cuando ordenó a las fuerzas del orden entrar en la sede de SGAE y detener a Eduardo Bautista y a otros cuantos directivos de la SGAE. Lo cierto es que era absolutamente necesario para nuestro espíritu esta inmensa felicidad que ha producido este hecho en todo el país y aunque posteriormente se demuestre que Teddy Bautista es un hombre honesto cuyo único pecado es el de luchar por la dignidad de los creadores españoles, esta saludable alegría reconozcamos que ya no nos la quita ni Dios ni la presunción de inocencia. Natural que la gente en los bares, peluquerías, bodas, emisoras de radio, acampadas de indignados, tertulias de Intereconomía, foros de internet y columnas de opinión descorche botellas de champán y tire de tópicos embadurnando el honor de la SGAE y natural que se celebre este acontecimiento que al menos durante unas semanas nos ayudará a olvidar la crisis, el paro y el debate de si es procedente o no el adelanto de elecciones.

Bebamos, saltemos, coloquemos banderas en nuestros balcones y salgamos a celebrarlo a la calle, arrojándonos de cabeza a las fuentes. Es hora de disfrutar el momento. Lo necesitábamos.

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