martes, 22 de febrero de 2011

EL GESTO DEL CALIFA



Se supo accidentalmente y no por que él lo hubiera aireado, que hace siete años Julio Anguita envió una carta renunciando a la paga de pensión máxima vitalicia a la que según nuestras leyes tenía derecho como ex parlamentario. Venía a confesar el viejo Califa de Córdoba en este singular y memorable escrito, que con la pensión que le correspondía como maestro de escuela ya tenía suficiente para vivir dignamente el resto de sus días.

No detallaba aquella noticia si la carta enviada por el ex dirigente de Izquierda Unida, se conserva a buen recaudo, pero sin lugar a dudas sería interesantísimo localizarla y mostrarla a la luz en estos tiempos de crisis para casi todos, pero también de obscena ostentación pecuniaria por parte de algunos otros históricos ex dirigentes políticos tan aparentemente preocupados por la prosperidad de nuestro país, como puedan serlo Aznar o González, por ejemplo. El mejor lugar de esta increíble carta no es un polvoriento clasificador de algún oscuro almacén ministerial, sino la vistosa vitrina de un museo, donde pudiéramos leerla y cotejarla la ciudadanía y rendirle su justa y merecida pleitesía al igual que se le rinde a otros documentos excepcionales de nuestra historia como pueda ser un discurso memorable, un tratado de paz o la patente de algún maravilloso invento.

Por mi parte, confieso que la noticia de esa carta me deja hundido en la miseria. Yo era uno de esos populistas que pensaba que nuestros políticos aún cuando marcasen importantes diferencias entre sí, todos confluían a la hora de la verdad en propagar que el primer pilar para sostener su vocación política, era el sentirse espléndidamente remunerados y disfrutar de ciertos privilegios absolutamente vetados al resto de ciudadanos. Sirva por tanto esta humilde columna (gracias a internet ahora nuestros artículos llegan a los rincones más insospechados de nuestra geografía) para pedirle perdón a Julio Anguita por pensar y escribir lo que he escrito tan injustamente de nuestros políticos sin tener en cuenta que toda regla tiene su honorable excepción, aunque solamente sea una, como sucede en este extraordinario caso.



1 comentario:

  1. Ya decía yo que alguien tenía que ser honrado en este país.
    A ver si se extiende el ejemplo y se les cae la cara de verguenza a los dos ex-presi... (-dentes, no -diarios) que citas.

    Y decía González que los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades... ¡Qué morro!

    Gracias por el artículo. Buena columna.

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