Mal negocio éste de enfrentarnos a la batalla de los venideros 365 días con esta cara de pesimistas amargados barajando nuestro fajo de malos augurios. Uno enciende el televisor por cualquier canal y tropieza con la tertulia del puñado de clarividentes futurólogos anunciándonos un porvenir catastrófico. Vivimos en un reinado de funestos profetas que se realizan anunciando un parte meteorológico lleno de oscuros nubarrones que derramarán la más absoluta miseria sobre nuestras cabezas. Lo curioso es que sus caras no son las que uno liga con el sector más frágil de nuestra sociedad. Intuyo que nunca vieron ni verán la mesa vacía por Navidad. Ahí parlotean catedráticos de mucho postín, algún reconvertido ex banquero, altos directivos de importantes empresas, políticos de esos que alguna vez nos castigaron con su incompetencia y se piraron con una pingüe pensión vitalicia, algún famoso escritor de best sellers.
De pronto uno de ellos, el que más grita, dice que España está tan mal que a veces le dan ganas de emigrar a otro país. Por favor, tomémosle la palabra. Sufragémosle el billete para algún país de esos en que de verdad la vida es un miserable marrón. Según la ONU, 3000 millones de personas viven con menos de dos dolares diarios. Así que sabremos donde enviarle. Que se vaya hoy mismo y no dejemos que vuelva jamás.
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