lunes, 20 de diciembre de 2010

695 PASES


En la fotografía superior, Ibra, en una instantánea de la pasada temporada se muestra turbado ante las explicaciones parece que un tanto filosóficas de su entrenador. En la fotografía inferior, Guardiola, muy orgulloso de sus pupilos, dirige un entrenamiento con una sonrisa de satisfacción.



Elijo el peor momento posible para decirlo, pero ahí va: Me aburre soberanamente el estilo de juego instaurado por el Fútbol Club Barcelona y que los cronistas deportivos catalogan como el de la sublime excelencia. Es más, si éste fútbol (que muchos de los que no habían nacido por entonces, ya comparan con el de Brasil de los 60 o con el de Holanda de los 70), pudiera en un futuro mediante algún prodigioso mecanismo farmacéutico suministrarse en pequeñas cápsulas o grageas, no hay duda que para un servidor constituiría el más eficaz de los somníferos.
Recientemente un diario contabilizaba los pases por partido que en cada jornada realiza el Barça. El número de pases todavía no computa a efectos prácticos en el resultado, pero los actuales sistemas informáticos lo pone ahí para el análisis sesudo del cuerpo técnico y para que el aficionado propio saque pecho. El Barça da una media de 695 pases por partido, la mayor de Europa. Y del mundo. Puede que de las galaxias. Es todo un increíble récord de empalagoso e insustancial peloteo, un inmisericorde y eterno rondito que para los que soñamos con fútbol vertiginoso, directo y vertical nos resulta insufrible pero que el Barça rentabiliza maravillosamente volviendo tarumba al contrario. Natural que luego le endilgue cinco o más goles. El equipo contrario está mareadísimo. Como yo en el sofá.
Ésta es mi alergia. Este apabullante despliegue azulgrana de pases y pases y más pases y otros cuantos pases para atrás y para adelante, en diagonal o hacia el banquillo, por las laterales o en el mismo centro de la cancha. Carezco de paciencia y paladar para disfrutar de este peloteo anodino que tantos orgasmos colectivos provoca en toda la ferviente peña del Nou Camp. Y es que en lo que la pelota llega a Messi, Xavi o Iniesta, que son quienes fabrican la magia sobre el césped, va un trecho muy parecido a las molestas interrupciones por publicidad, viajes a la nevera en busca de refrigerio, o visitas al excusado. Así que un poco de piedad, por favor, elegantísimo y educado señor Guardiola.


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