martes, 14 de diciembre de 2010

TAPADO por Juan Mari Montes


Ví que han cubierto con una tela el medallón de Franco de la Plaza Mayor. Y ojo, ya no era 20 de noviembre. Claro, no es la operación de cirugía estética definitiva que uno sueña que realicen sobre este infame medallón, pero si la intención fuera que la tela se quede ahí tapando nuestras vergüenzas los 365 días del año, pienso que es una estupenda solución de urgencia en lo que nuestras autoridades despierten de pronto cualquier día siendo conscientes de que hace demasiado tiempo que vivimos en un país democrático.
En realidad, más torticeras y aparatosas instalaciones que las de una simple tela tapando un medallón hemos visto que soporta con frecuencia nuestra Plaza Mayor. Ya que no están por la labor de suprimir la cara del dictador, es una buena idea cubrirla para que no tengamos que verla cada vez que se nos ocurre pasear por allí. Y pienso sinceramente que así con el medallón bien tapado está mil veces más guapa nuestra plaza. Se me antoja que por ejemplo, puede darse un aire a una preciosa pirata del mar Caribe con su parche en el ojo. Y no sólo está más guapa nuestra Plaza Mayor sin la obscena cara del dictador cara al sol. También más digna, más libre, más moderna, más de todos.
Paseando por la plaza el otro día con mi hija Sara (que por cierto tuvo precisamente la estrafalaria ocurrencia de nacer un 20 de noviembre), me preguntaba que qué hacía ahí esa tela y por qué tapaban el medallón. En fin, tiene ocho años, ya irá conociendo más detalles, pero de momento ya sabe que debajo de esa tela no existe ningún personaje del que podamos sentirnos tan orgullosos como para ofrecerle el homenaje que los salmantinos le ofrecemos a diario, regalándole con tanta generosidad un sitio de honor en el que es el monumento más representativo y hermoso de nuestra ciudad. Confío en que mi hija, no tenga que contar a sus hijos la misma historia cuando algún día paseé con ellos por las cercanías de este medallón. O de la tela que lo cubre.

1 comentario:

  1. Muy bueno y valiente tu comentario, Juanmari. Los medallones deberían ser el reconocimiento a figuras ilustres que han hecho mejorar la convivencia entre las personas. Desgraciadamente el personaje que ocupa el medallón tapado de la Plaza se dedicó a todo lo contrario. Fue un dictador, asesinó a miles de personas (no en la contienda, sino después), encarceló a todo el que quiso, impidió la libertad de pensamiento, generó un autoritarismo que por metástasis se extendió a las formas de relacionarnos unos con otros, se declaró Caudillo por la gracia de Dios, expolió y se apropió de patrimonio ajeno, hizo lo que le dio la gana, eso sí, bajo palio y con el consenso social de gente similar a la que ahora se niega a retirarle el medallón y los títulos. No merece un medallón. Merece ser estudiado en los libros de historia, en el apartado de la infamia humana. Hay que recordarlo, claro que sí, pero no rememorarlo.

    ResponderEliminar