martes, 7 de diciembre de 2010

NUBES por Juan Mari Montes




Tan pendientes de sus rutas celestiales, tan colgados de las algodonosas nubes, tan hipnotizados midiendo la estela de los pájaros de metal, el controlador aéreo ha ido perdiendo el contacto con la realidad que transcurre a ras de suelo. Por eso su concepto clínico de ansiedad o estrés no coincide exactamente con el nuestro ni con el contemplado en los historiales clínicos. Lo contó Silvio Rodríguez, en su fábula de los tres hermanos, una de aquellas maravillosas canciones que escuchábamos en nuestra lejana adolescencia, aquella caducada época en que la letra de una canción popular tenía por costumbre ayudarnos a pensar y reflexionar. De los tres hermanos, uno de ellos, el de en medio, supuestamente el más listo, caminaba con las pupilas tan pendientes del horizonte y de las alturas que no veía la inmediata piedra dispuesta en suelo, el hoyo que vencía a su pie.
Desde la torre de control, no se atisban las coordenadas de la realidad. Como mucho podrán vislumbrar algún despistado ejecutivo que se perdió por los laberintos del aeropuerto, o alguna estrella de cine que equivocó el lugar de los aseos, o algún futbolista tras el partido de la jornada, emitiendo por telefonía móvil sus tópicas impresiones del partido para un programa nocturno de radio. Lo que se desdibuja, en cualquier caso, pendiente del firmamento virtual son las aceras de nuestras ciudades recorrida por sus laboriosas y asustadas hormigas. Justo ahí donde forma la cola del paro frente a las oficinas del Inem con cuatro millones de ciudadanos, justo ahí donde cada día asoman nuevos carteles del “Se alquila este local” donde agonizaba un pequeño negocio, justo ahí donde instalaba el tenderete el mendigo pidiendo la limosna que jamás llegaría a creer que tendría que pedir.
No es que el controlador esté probando la capacidad de aguante de todos nosotros. El problema es que sólo ve nubes. Nubes de pijos malcriados que aprendieron las artes del chantaje y a los que jamás nadie se atrevió a negarles nada. Por eso exigen sus 350.000 euros anuales y jubilarse a los 52 años con salario íntegro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario