jueves, 12 de agosto de 2010

LA PINTADA por Juan Mari Montes


Leo que la Guardia Civil y la Policía Local han conseguido detener a uno de los fulanos que cubrieron de pintadas hace una semana el famoso verraco mirobriguense, el Palacio de los Águilas y algunas otras fachadas nobles. Al igual que hasta Ciudad Rodrigo se desplazó uno de los arqueólogos del servicio territorial de la Universidad Técnica de Patrimonio de la Junta para evaluar in situ los daños de estas pintadas en el verraco, ahora sería conveniente que también se desplazase a Miróbriga algún eminente psicólogo para analizar in situ el cerebro de un idiota con el gatillo del spray tan facilón.
Obviamente nos dirían que en su cabeza hay menos masa cerebral que en la del propio verraco. O tal vez que por sus venas corrían más litros de alcohol que por las del protagonista de aquella famosa canción de Ramoncín. Y tampoco estaría mal que nos contasen qué interés persiguen estos sujetos con sus ataques al patrimonio artístico, qué orgasmo les procura tener que hacer pagar a todos los vecinos su limpieza o qué medallas se cuelgan con estas pueriles gamberradas.
Pero el que estos sujetos se merezcan, además de correr con los gastos de rehabilitación, dibujar sobre sus propias pieles un tatuaje imborrable que reproduzca los trazos que ellos realizaron o hacerles repasar con la lengua un millón de veces el rastro de sus pintadas, tampoco significa que utilicemos sus hazañas para extender el odio a todos los grafiteros. Aprendamos a diferenciarlos porque a pesar de la confusión léxica, la distancia entre ambos es abismal. Simplificando mucho por falta de espacio: La pintada estropea, el grafiti decora. La pintada es vandalismo, el grafiti es un arte. La pintada agrede instalada caprichosamente sobre cualquier mobiliario urbano. El grafiti adorna los insulsos y tediosos vacíos de las ciudades, habilitando espacios deprimentes y faltos de higiene. Un ejemplo. Observen las obras del grupo de hip hop Alto Contraste en las tapias situadas frente al Parque de Bomberos en Salamanca. No es pintada. Es maravilloso grafiti. Miren ahora el verraco recién pintado de Ciudad Rodrigo. Esta auténtica cagada, sí es una pintada.

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