jueves, 12 de agosto de 2010

CIBERSELVA por Juan Mari Montes


Decía recientemente el periodista Fernando Jauregui en una ponencia: “Hay medios online que son una vergüenza y un escándalo, aunque existan otros serios que chequean muy bien lo que están diciendo”. Palabritas sabias, sin duda. Puede que los periódicos estén dejando de ser la compañía más habitual del primer café del día, desplazados por un portátil con conexión a internet, pero es indudable que habrá que ir corrigiendo vicios éticos, estéticos o deontológicos para que la digitalización no convierta nuestro afán de informarnos en un paseo por la selva armados de machete separando la información (y opinión) del tonto de la del inteligente, del ignorante de la del ilustrado, del bienintencionado de la del interesado o del riguroso de la del laxo. Entre otras cosas, aquí pocos muestran su verdadera cara aunque dejen evidentes muestras de su verdadera alma. Llevan puesta la careta del seudónimo, salvaguardados en el anonimato que les permite vomitar sin compromiso.
Un caso. Es sólo un ejemplo, pero bastante definitorio de estos tiempos. Hace unos días un amigo me enviaba un link a una especie de revista cultural virtual salmantina. Esta realizada por el que posteriormente supe que era un columnista del diario en el que yo trabajé hace unos años. No diremos su nombre, por no comprometerlo ante sus propios compañeros a los que menosprecia en sus escritos. Tampoco su link por no hacerle publicidad a un tonto. En este espacio, en el que no se atreve a firmar con su nombre, se dedica “valientemente” a insultar y difamar todo lo que curiosamente calla, adula o celebra en su habitual columna firmada en papel. Desde políticos a gestores culturales, desde artistas a organismos, desde periodistas a sociedades de gestión. Personalmente tengo el honor de que me dedique todo un post en el que me llama Súcubo de Corleone (mis amigos aún se tronchan con la ocurrencia) al tiempo que escribe grandes idioteces filosofando sobre mi vida privada y lo que él supone mis intereses profesionales. Y les juro que ni me conoce ni yo había oído jamás su nombre.
Y bien, me digo: ¿Quién nos defenderá de estos ciberidiotas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario