jueves, 26 de agosto de 2010

18 CARMELITAS por Juan Mari Montes




Apenas eran las diez de la noche cuando llegaban los primeros invitados a esta cena de extraordinaria convocatoria. Realmente aún tratándose de tan distinguidos paladares, el banquete de esta noche prometía singulares y novedosas sensaciones gastronómicas. El notario que certificó la venta, un inspector de hacienda que asesoró en la agresiva operación, un experto en ratio de concentración de riesgos y los tres directivos bancarios de la entidad que había firmado el crédito a las monjas carmelitas por valor de 5,2 millones de euros correspondiente a la venta de aquel convento en Valladolid, fueron los primeros en llegar.
Diez minutos más tarde haría acto de presencia el reconocido economista que compatibilizaba la prodigiosa ubicuidad de sus doctas opiniones sobre el derrumbe de nuestro sistema financiero en una prestigiosa tertulia radiofónica con su asesoría al Ministerio de Economía al que con tanto ahínco, sin embargo, criticaba desde las ondas por su nula capacidad para tomar inteligentes decisiones ante la brutal crisis. El economista saludó a los ya presentes frotándose las manos y participándoles el fantástico apetito con el que llegaba al ágape. “Hoy no he tenido tiempo ni de probar un triste bocado”.
Antes de pasar directamente al comedor decidieron esperar al resto de tiburones financieros, acodados en la barra del lujoso restaurante mientras probaban unas exquisitas formas eucarísticas recomendadas por la casa y un vino dulce, al tiempo que comentaban burlonamente la peregrina idea de las carmelitas de pedir limosna desde un portal abierto en internet (www.carmelitasvalladolid.es) tratando de afrontar los gastos del salvaje crédito. Precisamente degustando estas obleas (elaboradas por las propias religiosas) se encontraban cuando se sumó a ellos, en vocinglera y alegre tropa un par de agentes bursátiles y los tres especuladores del ladrillo más conocidos de la comunidad que, en esta ocasión y muy excepcionalmente, venían acompañados de sus respectivas esposas. Aunque éstas rara vez acompañaban a sus maridos a este tipo celebraciones gastronómicas esta vez no habían podido resistirse al ser informadas sobre el menú de la noche: 18 carmelitas descalzas de Medina de Ríoseco asadas al horno acompañadas de una buena guarnición de patatas.

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