jueves, 13 de mayo de 2010

EROS



Una amiga me telefonea acusándome de invitarla a depresión tras seguir mi consejo de la semana pasada recomendando la visita a la exposición “Españoles en campos nazis”, que cuelga en la sala de Santo Domingo. Le he dicho inmediatamente que no se preocupe. Desde la semana pasada, existe el estimulante antídoto: Paco Montes, infatigable y apasionado coleccionista de discos, ha inaugurado en los Van Dyck una maravillosa exposición de carátulas de vinilo de alto contenido erótico aprovechando el estreno de la película de Julio Medem “Habitación en Roma”. Como todos los caminos llevan a Roma, le he dicho a mi amiga que se venga conmigo del brazo para analizar con detenimiento lo expuesto y ojalá que eso nos excite un poco y nos escandalice mucho, que al fin y al cabo, ésta es la manera más saludable que conozco de enterrar penas.
Lo mismo que no existiría mundo sin sexo, probablemente tampoco existiría la música pop si detrás de ella no latiese un alto componente de sensualidad y erotismo. O sería tremendamente aburrida. En realidad, es prácticamente imposible encontrar canciones que nos resulten emocionantes y apasionadas sin percibir tras ellas eso que lleva a mujeres y hombres a buscarse unos a otros entre la multitud, a curarse al abrigo de otra piel, a quererse por los rincones propicios. No creo por tanto que Paco haya tenido mucho problema a la hora de seleccionar unas cuantas portadas en las que al artista gráfico no le resultase incómodo ser demasiado explícito y en las que el aguafiestas del censor (que por estas latitudes siempre trabajó a destajo) anduviera pelín distraído.
Serge Gainsbourg, John Lennon con Yoko Ono, Albert Pla, Semen Up, Ilegales, Roxic Music, Rolling Stones o Sex Pistols. Seguro que muchos teníamos en nuestra discoteca algunas de esas impúdicas y sugerentes portadas que de pronto se nos vendrán a la mente. Acérquense solos, o mejor acompañados, para recordarlas, compararlas, o echarlas de menos en esa fantástica muestra de los Van Dyck, antes de colarse en cualquier película en cartelera. Apostaría que nadie regresa de allí muy deprimido.

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