lunes, 24 de enero de 2011

MUÉRETE


Es la canción de moda en los estadios de fútbol de nuestro país. El indiscutible hit en el termómetro que marca nuestro civilizado espíritu deportivo. La improvisada composición de la turbamulta en pleno arrebato de odio e inspiración: “Maurinho muérete”. Deténganse a escuchar el obsceno coro de los tenores amparados en el holgorio procaz y el anonimato de los borregos embriagados de fanático forofismo. Y no nos engañemos. No sólo lo entonan los simios acomodados en la ramas más altas, allí donde anida el ultra facha y violento con pancarta en ristre. El coro que se cuela por magafonía es un estruendo polifónico de quince o veinte mil fulanos dejándose las cuerdas vocales en este recado funesto al entrenador visitante.

La cámara nos muestra las jetas de estos tipos de garganta desafinada en primerísimo plano. Parece gente normal de la que sonríe cualquier día en los bares, empuja un carro de la compra en un centro comercial, o pasea con sus hijos por el centro de nuestras ciudades. Pero ya ven, las apariencias engañan. O no, tal vez somos nosotros mismos, contagiados del virus orgiástico de la mala educación, del puro y duro racismo, de la xenofobia más heavy. Nuestro lado oscuro, nuestra doble cara, nuestra mala sombra. “Maurinho muérete”. Llega el descanso. El entrenador desaparece hacia vestuarios y en las gradas el cantor de funerarios deseos se calma mientras entretiene su hambre cepillándose un bocata de chorizo de cincuenta centímetros.

Tras el intermedio, el balón sigue rodando. Un maravilloso jugador se interna por la banda a toda velocidad. Finalmente alguien le da caza clavando los tacos de aluminio en su empeine. A duras penas se levanta y protesta al árbitro. Es la señal que esperaban. La batuta de oro carraspeando mientras da unos toques en el atril para dar paso a la siguiente canción del repertorio. “Ese portugués / hijoputa es”. Es igual de pegadiza que la anterior, igual de infame, pero un poco más elaborada. “Ese portugués / hijoputa es”. Un pareado de pentasílabos perfectos con rima consonante que deja a todo un país en vergonzosa evidencia.

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