
Resulta curioso lo mucho que les cuesta a buena parte de los medios de comunicación españoles comprender y en definitiva explicar sin insultar o menospreciar su trabajo, las reivindicaciones de los creadores musicales (o cinematográficos) con respecto a su obra, con todos los problemas de confusión y desinformación que eso acarrea entre los lectores que buscan en esos medios luz y reflexión al respecto. Digo ésto porque en realidad, precisamente para los periodistas, debería ser sencillo. Es pura analogía.
Veamos un ejemplo. Una mañana el periodista enciende su ordenador y comprueba que el artículo que entregó ayer mismo (o la entrevista o el reportaje) para el periódico que le ha contratado, aparece reproducido en mil páginas o blogs de fulanos que no conoce de nada y que se han tomado la libertad de reproducirlos sin permiso ni del autor, ni del periódico que los retribuye. Es decir, por exclusiva facultad testicular del internauta anónimo. Evidentemente no hace falta ser un lince para deducir que esos artículos los han colgado porque esto les procura más visitas a su dominio. Entre otros posibles beneficios que trae el aumento de los visitantes a estas páginas confeccionadas con esfuerzo ajeno, también acuden empresas para colocar publicidad, de la que sacan provecho estos tipos que colgaron ilegalmente artículos de otros. Al mismo tiempo que aumentan los beneficios de esas páginas, el periódico que paga al periodista comienza a perder lectores que ahora pueden leer esos artículos gratis sin necesidad de acercarse al quiosco. El diario también comienza a perder empresas interesadas en contratar publicidad en sus páginas ya que ahora les resulta más rentable colocar su propaganda en las páginas de internet que se están haciendo con los lectores que perdió el periódico. Tampoco hace falta ser profeta para entender el fin de esta historia: si no se defienden los derechos legítimos que tienen los periodistas y el propio periódico sobre sus obras, los primeros acabarán en la cola del INEM y el diario forzado a cerrar la empresa.
Pues bien, donde pone periodista pongamos creador musical o cinematográfico. ¿No les resulta lo demás bastante parecido? Piénsenlo un poquito.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA GACETA EL 8 DE DICIEMBRE DE 2009
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