
Aquella buena mujer se fue a la cama olvidando que dejaba el televisor encendido. A la mañana siguiente, su casa estaba tomada por un montón de fulanos, menganos, zutanos y perenganos, gente que aunque no le resultaba totalmente desconocida, seguía siendo intrusa, puesto que ella no recordaba haberla invitado a ninguna fiesta en su casa.
La mujer que dejó prendido el televisor durante toda la noche deambulaba por su casa en camisón, pellizcándose por si fuera un sueño lo contemplado: Pepe Navarro se fumaba un pitillo en la terraza mientras zarandeaba a una de sus ex novias jurándole que no se la perdonaba y que cómo se le había ocurrido ir a cantar en televisión lo que había contado después de todo lo que él había hecho por ella. Miguel Ángel Rodríguez trepado a la mesa del salón pronunciaba un discurso abogando por la vuelta al mundo de la política del ex Presidente José María Aznar, único ser capacitado para poner orden en este rebaño sin pastor en que se ha convertido, a su juicio, el principal partido de la oposición. En el cuarto de los niños, el entrenador del Real Madrid, Manuel Pellegrini trataba de explicarle a su hijo que en absoluto él había dejado de convocar a Guti como castigo porque éste le hubiera mandado a tomar por culo en Alcorcón, cómo decían los periodistas, sino que era simplemente para darle un poco de descanso mientras recuperaba la forma tras su reciente lesión. En la cocina, el presentador Jorge Javier Vázquez trataba de hacer café mientras Mila Ximénez, Carmele Marchante y Lydia Lozano revolvían los armarios en busca de tazas, cubiertos y azúcar. Y desde el baño asomaba Belén Estebán gritando que si alguien podía prestarle por favor un tampax.
La mujer que por descuido dejó encendido el televisor telefoneó a la Policía. Lamentablemente al otro lado del teléfono alguien trataba de explicarle que los servicios de seguridad del estado no podían perder el tiempo ocupándose de expulsar los fantasmas que cada uno quisiera alegremente meterse en vena y que por favor, no confundiera sus neuras con un allanamiento de morada. Qué vida.
La mujer que dejó prendido el televisor durante toda la noche deambulaba por su casa en camisón, pellizcándose por si fuera un sueño lo contemplado: Pepe Navarro se fumaba un pitillo en la terraza mientras zarandeaba a una de sus ex novias jurándole que no se la perdonaba y que cómo se le había ocurrido ir a cantar en televisión lo que había contado después de todo lo que él había hecho por ella. Miguel Ángel Rodríguez trepado a la mesa del salón pronunciaba un discurso abogando por la vuelta al mundo de la política del ex Presidente José María Aznar, único ser capacitado para poner orden en este rebaño sin pastor en que se ha convertido, a su juicio, el principal partido de la oposición. En el cuarto de los niños, el entrenador del Real Madrid, Manuel Pellegrini trataba de explicarle a su hijo que en absoluto él había dejado de convocar a Guti como castigo porque éste le hubiera mandado a tomar por culo en Alcorcón, cómo decían los periodistas, sino que era simplemente para darle un poco de descanso mientras recuperaba la forma tras su reciente lesión. En la cocina, el presentador Jorge Javier Vázquez trataba de hacer café mientras Mila Ximénez, Carmele Marchante y Lydia Lozano revolvían los armarios en busca de tazas, cubiertos y azúcar. Y desde el baño asomaba Belén Estebán gritando que si alguien podía prestarle por favor un tampax.
La mujer que por descuido dejó encendido el televisor telefoneó a la Policía. Lamentablemente al otro lado del teléfono alguien trataba de explicarle que los servicios de seguridad del estado no podían perder el tiempo ocupándose de expulsar los fantasmas que cada uno quisiera alegremente meterse en vena y que por favor, no confundiera sus neuras con un allanamiento de morada. Qué vida.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA GACETA. 3 de noviembre de 2009
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